Ricardo Pérez-Palacios Durán
Desesperada, la oposición optó una vez más por la ciencia de lo absurdo, del engaño y la simulación de la que los mexicanos estamos cansados.
Abortó en pleno proceso la selección de su candidata y se declinó por una decisión cupular, no popular. Xóchitl Gálvez es de facto la candidata de la oligarquía, por ello las lágrimas y el berrinche de Santiago Creel y los pucheros de la tlaxcalteca Beatriz Paredes Rangel, del perredista Silvano Aureoles, el hijo del expresidente Enrique de la Madrid, y de otros que se anexarán a una lista en la que más que la bandera presidencial buscan asegurar un “hueso” mediante una candidatura de consolación al Senado o a la Cámara de Diputados, claro plurinominal.
La estrategia de Claudio X. González fue balconeada desde Palacio Nacional, pero ni falta que hacía, está a la vista que la oligarquía no aprende de sus derrotas.
La mentira, la hipocresía, el dinero y el poder son su bandera y para ello cuentan con sus medios de comunicación, cuyas concesiones se mantienen intactas. El Presidente “dictador” no las tocará ni con el pétalo de una rosa aunque lo que difundan sean noticias falsas y críticas sin pudor al gobierno de México.
Una vez que Xóchit Gálvez fue ungida por el ideólogo y líder moral de la derecha la campaña en nado sincronizado de periódicos, noticiarios de radio y televisión, así como columnas y artículos de opinión empezaron a hablar maravillas de la todavía senadora por el Partido Acción Nacional.
De acuerdo con fuentes de Perfil Político La consigna fue “inflar” a la candidata con toda la fuerza de los medios de comunicación y encuestadoras que se vendan al mejor postor, para que un personaje que no figuraba en los primeros tres lugares de preferencia para la jefatura de Gobierno de la Ciudad de México ahora sea posicionada con casi la mitad de las preferencias contra la candidata de Morena, Claudia Sheinbaum Pardo. “Para que no nos pase lo que en el Estado de México, con tres semanas más de campaña hubiéramos ganado”. Ni ellos se lo creen.
La campaña por la Presidencia ya comenzó, de eso no hay duda y de aquí al 2 de junio de 2024, fecha de la elección, la polarización en redes sociales será implacable.
Sin embargo, el reto para Xóchitl Gálvez y la oligarquía no está en derrotar al candidato o candidata de Morena, consiste quitarse el estigma de la mentira, la simulación, los casi 40 años de gobiernos neoliberales en los que llevaron al país al colapso.
No es Xóchitl Gálvez, cualquier candidato por el que hubiera decidido Claudio X. González se hubiera tenido que enfrentar al repudio del pueblo, ese que no existe para ellos.
Y la oligarquía tiene razón cuando asegura que López Obrador es el jefe de campaña de Morena, pero no porque lo sea de manera formal. Lo es en un sentido mucho más amplio.
Primero porque se sobrepuso a la embestida de los medios y opinólogos con La Mañanera, espacio desde donde ha respondido a todas las calumnias de que ha sido objeto, al grado de poner en entredicho a diarios como Reforma, El Universal, a “especialistas” como Joaquín López Dóriga, Carlos Loret de Mola, Raymundo Riva Palacio y Ciro Gómez Leyva, por mencionar a algunos pseudoperiodistas.
Segundo, por los resultados de su administración con una inflación a la baja, peso estable a 16.99, aumento en la inversión extranjera, récord en remesas, en empleo, salarios y mejoran pronósticos de crecimiento.
Y tercero porque hasta los empresarios han salido beneficiados con la política de austeridad y combate a la corrupción.
Se les acabó el discurso de que López Obrador o la 4T son un peligro para México.
La oposición está moralmente derrotada.
Y la ecuación no es tan complicada. Hay 97,650,090 millones de mexicanos en el Padrón Electoral, históricamente la abstención se ubica en 50%, lo que deja unos 48.825,045 de votantes, de los cuales la mayoría vota por Morena, entre otras cosas por los programas sociales que ha puesto en marcha como las pensiones a adultos mayores, jóvenes sembrando el futuro, becas para niños y niñas, madres solteras, etc.
Y sí tienen razón, no es dinero ni de López Obrador ni de Morena, es el dinero de todos los mexicanos que antes se robaba la oligarquía, que el pueblo no va a permitir que regrese al poder en muchos años, no sólo en 2024.