Razón, Tesón y Corazón: “Los adioses que se convierten en holas”

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Por Alejandro Ruíz Robles

 

¡ABRIR Y CERRAR!

Es fácil realizar estas acciones con las puertas, ya que al salir o bien, cuando no quieres que alguien ingrese basta con cerrarla y, por el contrario, si quieres que tú o alguien tenga la posibilidad de acceder a un lugar, la abres.

Esto que resulta lógico al tratar de los ingresos y parecieran escenas contundentes, al hablar de la vida pueden resultar complicadas de determinar; es decir, señalar que una etapa concluye o inicia dependiendo de una acción que pudiera ser nombrada por nosotros de alguna manera, quizás resulte muy ambiguo.

En ese sentido, hay momentos que consideramos que han concluido y damos por terminadas sus consecuencias y no son así; o bien, estamos listos para iniciar una etapa y dadas las circunstancias, seguimos viviendo lo que habíamos cerrado.

Ante esas paradojas de la vida, debemos considerar que en las personas como en los hechos, no hay definitividad y no es conveniente señalar cambios de etapas cuando no hay seguridad de nada.

Que rico sería que la sensación que tenemos al cerrar una puerta fuera igual al concluir una relación; la puerta sólo se abrirá si alguien lo hace; desafortunadamente, con las personas no es así, ya sea porque ellas o nosotros no queramos o simplemente, porque los recuerdos y añoranzas nos inducen a seguir en ellas.

Pareciera que las palabras pierden su legítimo sentido cuando involucran sentimientos o razonamientos con terceros, ya que, ante ellos, la definición concreta muestra la relatividad que nuestra mente y alma estimula.

No cabe duda de que aquellas expresiones referentes a “decir si con la cabeza y no con el corazón” ponen en jaque a la lógica que debieran significar los vocablos.

¿Alguna vez has entendido el verdadero significado del “sí pero no”?

 

¡TAN EXTRAÑO COMO HUMANO!

En momentos de relajamiento con amigos, nos encanta encontrar ejemplos de contradicción en las conductas de quienes nos rodean, incluyéndonos a nosotros mismos.

De hecho, el dicho de que “más pronto cae un hablador que un cojo” resulta ser la muestra de la ironía de la vida y no sólo por lo que expresa sino por las sorpresas que nos presenta a diario la vida.

Basta recordar las primeras impresiones de muchas parejas, en las cuales entre ellos se desdeñaban o tuvieron una pésima impresión la vez que se conocieron, para descubrir que el tiempo provocó que no sólo cambiarán de opinión, sino que en pareja vivieran grandes historias de amor.

Pensemos la cantidad de ocasiones que fuimos “paño de lágrimas” de personas que se quejaban de sus rompimientos y su “no volveré”, se convirtiera en el prólogo del capítulo “regresamos” y con ello, disminuyera la tristeza causada.

Ejemplos puede haber cientos, miles, millones; sin embargo, hay que destacar que éstos siempre se multiplicarán atendiendo a un detalle del ser humano: es voluble y como consecuencia, no hay nada definido en su actuar.

La permanencia de las determinaciones humanas pasa a ser dubitable ante los filtros del alma y la razón; para éstas no hay definitividad, únicamente hay intenciones.

Si hay una constante en nuestra vida es la ironía que nos acompaña día a día.

Bien dicen que “una decisión tomada por la razón se vuelve cuestionable ante el veredicto del corazón”¿estás de acuerdo?

 

EL DESTINO.

Es lógico que entender el actuar del ser humano es prácticamente imposible y si bien, tendremos algunos indicios para saber lo que hará, simplemente no hay nadie que afirme y acierte con seguridad sobre su manera de conducirse.

Aunado a esta situación, hay veces que se nos complica más las cosas; es decir, aun cuando planeemos todo con exactitud siempre habrá algo que nos descomponga esos trazos que eran firmes y contundentes.

Realmente nadie sabe lo que ocurrirá en el momento siguiente y eso, sin duda alguna, contribuye a que agradezcamos las sorpresas que nos depara el destino; en el entendido que la incertidumbre no es nuestra mayor pretensión y siempre deseamos que las cosas, sobre todo si son positivas, se presenten cuando nosotros así las esperamos.

El desconocer el futuro puede provocarnos miedo, ansiedad, inseguridad y más emociones que a veces podemos manejar a nuestro favor; sin embargo, sabemos que por más que pretendamos un resultado y actuemos para lograrlo, los imponderables en cualquier momento se presentan.

En este contexto, debemos tener en cuenta que aún cuando se presente el resultado deseado, sería un error esperar a éste para disfrutarlo; por ende, debemos tener la convicción de disfrutar cada momento al máximo y consolidarlo al lograr lo deseado; Pretender esperar al logro para sonreír, puede generar frustración en nosotros y, lamentablemente, puede ser que no lo veamos, aunque se dé.

Si la vida se vive a cada momento … ¿cuál es la razón para no vivirla de esa manera?

 

EL LIBRO DE LA VIDA.

Y ya que mencione el destino, hay aspectos que me generan una gran curiosidad … ¿quién escribe nuestra vida?

Entiendo y estoy seguro de ello que nosotros somos los autores del libro que comprende nuestra historia, pero me queda claro que por más voluntad que haya de cumplir lo que nos proponemos siempre hay un editor que influye en el texto.

Sea un ser divino, místico, mágico o simplemente, ajeno a nuestro conocimiento, sin duda tiene motivos para alterar el orden que hemos concebido y quizás nuestra razón nunca comprenda sus alcances.

A menudo me pregunto quien clasificará el texto de mi vida una vez que concluya; es decir, lo considerara drama, comedia, tragedia o una combinación de todas.

¿Qué destacará y cuál será su crítica?

Y mientras tanto, ¿qué tanto jugará con mi día a día?

¿Cuántas veces me hará equivocarme y cuántas más me pondrá pasajes inesperados?

¿Mis hechos responderán a las expectativas generadas en el prólogo?

En fin, son tantos detalles que no dependen de mi que lo que si está en mi mano es prepararme de la mejor manera posible para vivir el momento y lo más importante, disfrutarlos de tal manera que los extremos que señalamos como risa y llanto se confabulen y se combinen para hacer grandes instantes para recordar.

Es seguro que no tenemos todos los detalles de nuestro acontecer a la mano, pero lo que si tenemos es la posibilidad de ser la mejor versión de nosotros a cada momento y para nosotros y el resto … ¿estamos de acuerdo?

 

… ¡Y MIENTRAS TANTO!

Tomando en cuenta lo anterior, lo único cierto de lo incierto es que únicamente tenemos en nuestra vida el día de hoy y si bien, los recuerdos, conocimientos y valores nos acompañan, quizás sean lo único que nos llevamos al partir; en consecuencia, no hay tiempo ni lugar para guardar una caricia, una sonrisa, una lágrima y en general, emociones o acciones. ¡Vivir es hoy, ahora!

Para muchos, nacer y morir significan el principio y el fin del conocimiento cierto con el que contamos y lejos de cualquier otro pensamiento distinto al conocimiento científico probado; sin embargo, realmente no tenemos datos del antes y después de tales eventos por lo que podríamos presumir que el nacer significa el fin de un ciclo y el morir el inicio de otro.

Desconozco el momento en que sepamos a ciencia cierta de la vigencia de estas etapas, pero me quedo con la idea de que si hoy por hoy, esto podría provocar argumentos que nos lleven a suponer otras etapas … ¿cuál sería la razón para no cuestionar que un adiós no significa realmente un hola? y con ello, el inicio de un nuevo ciclo

Si sumamos nuestros razonamientos y sentimientos a cada momento es seguro que los viviremos al máximo. En nosotros está hacer bonito cada instante y siempre con la esperanza de saber que somos parte de algo grande.

Si la vida se vive a plenitud … ¿TE ATREVES A VIVIRLA DE ESA MANERA CON TU SELLO Y TU SONRISA?

 

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