El crooner brasileño Daniel Boaventura se consolidó como el crooner consentido de los mexicanos durante su cuarto Auditorio Nacional la noche del sábado 4 de octubre con un lleno absoluto.
Desde que apareció en el escenario, el brasileño fuo ovacionado por sus seguidoras, que hicieron mayoría en las butacas del Coloso de Reforma, a quienes complació con un set list tan variado como bien seleccionado con el que puso a cantar e incluso a bailar al público.
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Tras la obertura de tambores interpretó “You´ll never find me”, “Perhaps”, “Cómo vai voce”, éxito de Roberto Carlos, Corazón partio de Alejandro Sanz, “Sway”, “Come fly with me” y “Kiss and say goodbye”, en lo que fue la primera parte de un concierto que quedará en la memoria de los asistentes.
Acompañado de una gran banda de músicos presentó “Déjenme si estoy llorando”, tema de Los Ángeles Negros que data de los años 70, seguida de “Hopelessly devoted” y en el décimo turno ofreció una interpretación magistral de “New York New York”, en la que estuvo acompañado en todo momento por un coro de 1o mil personas que hicieron un momento mágico en este concierto.
Tras la apoteosis, el Auditorio Nacional se convirtió en una gigantesca pista de baile para recordar la denominada música disco con “I will survive”, un popurrí integrado por “Do you think i´m sexy”, Thats the way” y “Love is in the air”.
Para el turno número 14 invitó al escenario a Manuel Mijares con quien interpretó dos temas. Luego vino “Dancing Queen” y “Give a litle respect”, que dieron pie a otra sesión de baile con “Never can say goodbye”, “Celebration” y “Last dance”, “You are the first”, “Sweet Caroline”, que irremediablemente evocó a Neil Diamond y “Así fue”.
Entonces hizo su aparición el mariachi y el público se volcó en aplausoa para que sonaran las notas de clásicos de la música mexicana como “Si nos dejan”, “La Bikina”, “Luz de Luna” y “Estos Celos”.
Después de estás 24 canciones Daniel Boaventura agradeció al público “por hacer este sueño realidad” y presentó a los integrantes de la banda que incluyó violines, viola, chello, sección de metales con trombón, trompeta y saxofones, guitarra y bajo eléctricos, así como el director musical a cargo de los teclados y piano.
Jugueteó con el público al intentar salir del escenario, pero desistió a medio camino y sin mayor preámbulo procedió al encore con “My way” y “Suspicius mind”. Para entonces ya había conquistado al Auditorio Nacional y sólo anunció que en diciembre regresará al Coloso de Reforma con un programa de Navidad.