Razón, Tesón y Corazón: “¡El efecto de mi afecto!”

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Por Alejandro Ruíz Robles

  

SORPRESAS.

Es curioso, pero cuando conocemos a una persona nunca sabemos la importancia que tendrá en nuestra vida; salvo que, por excepción, dicho vínculo sea por filiación o bien, que pretendamos que tiene un lugar exclusivo.

Sabemos que los padres siempre tendrán un sitio especial para sus hijos, el cual, podrá ser prioritario al inicio de su vida; no obstante, conforme transcurra el tiempo, puede variar. Ya sea porque la relación se deteriore, se pierda el contacto o cada uno siga su destino. Evolucionará hasta el grado de apego y afecto que se permitan.

Asimismo, siempre he escuchado esa expresión por demás romántica de “te he esperado toda mi vida” y sin duda, ese presagio de lugar exclusivo destinado a esa persona especial es por demás inexplicable. Es válido tener la confianza de que llegará alguien único, pero no es racional; sin duda que la jerarquía que se pretenda destinar a ese ente atenderá más a una sensación de vacío o la esperanza de ser complementado que a una verdadera razón.

Es decir, cuando una persona llega a nuestra vida por la circunstancia que sea, desconocemos la trascendencia que tendrá. El trato y su seguimiento sin duda la proyectará a un sitio privilegiado en nuestras prioridades.

De esta manera, ya sean por segundos u horas, por accidente, cita o mera coincidencia, encontrar esos seres que serán especiales son momentos que perduran y se valoran al máximo.

En tu vida … ¿tienes presente la primera vez que viste a aquellas personas que han dado un encanto a su permanencia y te han dejado huella?

 

 

¿DE VIDA O DEBIDA?

 

Es común que la gente se exprese con la frase “la vida me lo debía” y más que de verdad lo crean.

Sin duda que los reproches pueden llegar a provocar efectos cuando se hacen a personas, pero cuando se hacen a entes imaginarios o bien, sujetos de fe o simplemente a la naturaleza, parecería que son innecesarios y son meras nimiedades.

Si a alguien debemos reprochar en principio por lo que nuestro camino nos depara es exclusivamente a nosotros; quizás resulte conveniente seguir la imagen que está en el espejo y mirar a detalle a la persona que muestra su reflejo hasta darnos cuenta de que realmente somos nosotros y lo que tenemos enfrente es lo que nos corresponde atendiendo a lo que hemos hecho o sembrado.

Basta recordar nuestra etapa educativa cuando nos quejábamos de que una calificación no cumplía con nuestras expectativas, pero olvidábamos que nuestros esfuerzos y estudio no merecían algo distinto.

Es tan fácil culpar al resto de nuestras fallas cuando que se nos olvida que nunca tuvimos la real intención de actuar en nuestro beneficio mientras podíamos; de hecho, si culpar fuera el camino, no habría razón para festejar los años cumplidos sino bastaría con celebrar por cada centenar de justificaciones.

En fin, si nos atenemos a que a toda acción corresponde una reacción … ¿no resulta más fácil ponemos a trabajar en vida para construir el presente deseado?

 

DAR PARA RECIBIR.

Tan válido es soñar con príncipes azules como con princesas que rescatar de castillos; llámese fantasía o exceso de exposición a cuentos infantiles, lo cierto es que todos aspiramos a ello cuando menos una vez en nuestra existencia.

Por más realistas que la edad nos haga y la madurez lo fomente, lo cierto es que partimos de bases comunes en que la imaginación nos permite alcanzar cualquier meta y obviamente, una compañía de ensueño.

Sea con modelos, artistas, deportistas o cualquier figura pública que nos atraiga, ellos se convierten en objeto de nuestra atención y desde luego, aspiramos a ellos o bien, a alguien similar; todo en el entendido que no es malo soñar, siempre y cuando le demos su justa dimensión.

A menudo, en las charlas comunes siempre sale el tema de las personas que nos atraen y las explicaciones básicas se encuentran en la belleza, personalidad, personaje, características, entre otras. Una vez que pasa la ocurrencia y cuando así se presta, es válido preguntarse si éstas son para nosotros y desde luego, lo que nos representaría estar, convivir o salir con ellas.

Y quizás de las respuestas que demos, surjan otras más referidas a nosotros, en el sentido de ¿qué es lo que damos a cambio para obtener el resultado deseado?, ¿estamos a la altura de nuestras pretensiones?

Hago referencia a ello, en virtud de que a veces no sabemos qué hacer para lograr los anhelado y desafortunadamente, carecemos también de convicción para ser nuestra mejor versión y comprometernos con nuestro presente.

En este contexto, te has preguntado … ¿cuál es el compromiso que tienes contigo?

 

¡PORQUE LO VALGO!

Llámese arrogancia, vanidad, pretensión desmedida o simplemente, falso amor propio, pero lo cierto es que a menudo manifestamos que merecemos el mundo cuando ni siquiera hemos trabajado por un islote, y lastimosamente, realmente lo creemos.

En casa me enseñaron que la vida no es de merecer sino de hacer y conforme construimos podemos mirar al cielo o al suelo; atendiendo a que la firmeza de los cimientos y la asesoría en la edificación dependía de mi familia y levantar los muros y pisos era cuestión mía.

En ese contexto, conviene partir de bases ciertas y amor propio al tratar a las personas y de ello, buscar elegir a las que queremos a nuestro alrededor, atendiendo a la máxima que no todos los que llegan se quedaran ni todos los que permanecen trascenderán.

Cabe señalar que aún a pesar de nuestras intenciones, cada persona que nos conozca elegirá mantenerse en nuestras vidas en función de sus intenciones e intereses y, pese a nuestros deseos, no debemos condicionar a nadie a estar a nuestro lado ni muchos, obligarlo a que ahí se quede.

Lo que si tenemos a favor es que en cada uno de nosotros estará la convicción de ser la mejor versión de nosotros y con ello, atraer la atención e interés de los demás, siempre con la meta de que quienes sean compatibles con nuestros valores y pensamientos se vayan integrando más a nuestra comunidad de afectos y sean elementos indispensables de nuestro círculo cercano.

Presentarse ante la gente puede ser fácil, pero lograr la apertura para el conocimiento mutuo es un gran reto, pero sólo a través de conocernos y aceptarnos es como podemos ser merecedores de su auténtica atención y afecto. ¿o tú consideras que hay otra forma de ser importante para quien te importa?

 

¡LO QUE ME GUSTA DE MÍ!

Conocer a una persona implica honestidad, honradez y transparencia; cualquier otra cosa ajena sólo nos distraerá de saber con qué tipo de persona estamos. Resulta obvio que, si eso pretendemos de los demás, nosotros debemos ser de esa manera.

Valores llaman a valores, las ideas se discuten con razones, las riquezas generan interés y las atracciones cautivan las atenciones. Estas son nociones básicas para convivir con los demás, olvidarnos de ello y pretender ser quienes no somos, no sólo mostrarán espejismos para los otros sino para nosotros mismos.

Si tienes dudas de quién eres, tómate un minuto y reflexiona sobre ti y tus alcances; si dudas de quien está contigo, abre los ojos y observa sus actitudes y atiende a sus palabras. Las ventajas de observar se traducen en elementos que nos llevan a conocernos mejor a nosotros y nuestro ambiente.

Si hay algo que te gusta de ti, foméntalo. Si algo te desagrada, cámbialo. Si te falta preparación, edúcate. Si tienes distractores para ser tu mejor versión de ti … simplemente concéntrate.

Es difícil lograr que alguien se interese en ti, si tú mismo no te importas ni tienes consideraciones para ti.

Aprender a valorarnos y comenzar a brillar, es nuestra decisión.

Hacer de alguien nuestro centro de atención es nuestra elección.

Brindar nuestro afecto a alguien es una correspondencia.

Y si vas a dar la vida por alguien … ¡que sea por ti!

Aprender a valorar tu amor, tu razón y todo tú es tu compromiso … ¡No te distraigas!

¡AMÁTE Y EMPRENDE! … ¡DESPUÉS DE TODO … SÓLO TIENES UNA VIDA!

 

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Posdata:      Comparto entrevista realizada por la directora Genoveva Llaques al suscrito y publicada en la Revista EXPORTAR: https://youtu.be/5lpBtuIFObQ

 

 

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