Razón, Tesón y Corazón: “Navidad… ¡Mil y un cosas para dar!”

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Por Alejandro Ruiz Robles

EL ESCENARIO.

Fiestas decembrinas, espíritu de nobleza y bondad en cada rincón y circulando por la ciudad, aroma de optimismo y buena fe en el ambiente, nostalgia por lo vivido y esperanza por lo que vendrá y lo más importante, anhelos de cambio y optimismo por mejorar.

Caminar por las calles nos lleva a paisajes más, al principio con nacimientos, sitios para fotos con Santa Claus y sus duendes, obviamente con ellos presentes, campanas y más campanas y listones adornando regalos como presentes y siendo parte de intercambios.

Una temporada tan generosa siempre será esperada y recibida con los brazos abiertos y las sonrisas a flor de piel.

Ya sea Janucá, Navidad o celebraciones en familia … ¡bienvenida sea la alegría y más aún, la armonía en los hogares!

Y con ello, bastaría para cerrar este texto, con la intención de brindar con nuestros seres queridos y desear lo mejor para el siguiente año.

De pensar en esta estampa festiva, concluimos que no hay una estampa más hermosa por vivir y nos conmina a disfrutar del paraíso terrenal.

Con lo anterior, confirmamos lo que nos ofrece esta época, pero … ¿qué le ofrecemos nosotros?

 

LA PREPARACIÓN.

Sabemos que las épocas, los lugares y las circunstancias son sólo elementos o medios que, con nuestra actitud, nos pueden dar escenarios para crecer y consolidarnos como mejores seres humanos.

Pero, si actitud es la palabra … ¿de qué manera podemos prepararnos para que con el espíritu de la época alcancemos nuestro óptimo desarrollo personal?

Es decir, si los deportistas calientan para dar su máximo en la competencia, estamos en los días en que debiéramos alimentar nuestras fortalezas, limitar nuestras debilidades, superar las amenazas y ver en ello, la oportunidad, la gran oportunidad, de ser el ser humano propicio en beneficio nuestro y de quienes nos aman.

De manera simplista más de uno podrá cuestionar la razón de esto y bromear con la idea que lo único que calentará será la cena en familia y el recalentado del día siguiente; sin embargo, habrá quien tome estos momentos como la excusa perfecta para reflexionar sobre su proceder y mirar la manera de cambiar hasta lograr nuestra mejor versión.

En ese sentido, pienso que, si las circunstancias nos dan la oportunidad para reflexionar respecto de lo que somos, hemos dejado de ser y las metas que deseamos alcanzar, vale la pena poner a trabajar a nuestro cerebro y hasta encontrar motivos de superación suficientes. ¿Alguna vez has pensado algo similar?

 

LA RESILIENCIA.

De tan sólo recordar los meses pasados, seguro es que existieron mil y un detalles que nos quitaron el sueño, para bien o para mal. Aspectos que van desde la salud hasta los afectos, considerando bienes, recursos, alegrías y duelos.

Con la bonanza como de la abundancia, uno pudiera

estar dispuesto en cualquier momento a recibirlas y disfrutarlas al máximo; de hecho, es lo que deseamos siempre y una vez que se presentan, en términos normales, nos sentimos en el paraíso.

Pareciera que el festejo es parte de sabernos plenos de los efectos que anhelamos que se nos presenten en nuestros días; desde luego, habrá quien a pesar de lo bendecido que éste, siempre tendrá cuestionamientos o reniegos. Ante éstos únicamente bastará pedir a la vida que les cambie su sentir o bien, resignarse a tratarlos.

Sin embargo, la vida también nos presenta situaciones difíciles aderezadas con problemas que, dependiendo de la persona y sus opciones, puedan llegar a ser o, cuando menos, parecer insuperables.

Tranquilidad, paciencia, estoicismo y actitud se hacen necesarios para afrontar esas situaciones, con la certeza que, independientemente del resultado, fortaleza y entereza estarán presentes en nuestras acciones. Y con ello, probaremos que nuestra capacidad de adaptación es superior a lo que usualmente imaginamos.

En tu caso … ¿te valoras más en las alegrías o en las penas?

 

EL AGRADECIMIENTO.

Ya sean peras o manzanas, lo cierto es que concluye un año de gran aprendizaje para quien así está dispuesto a entenderlo; de aflicciones para quien tiene por hábito sufrir y de paso para quien ve a la vida como un simple hábito de existir.

El tiempo pasa y es indudable que, a pesar de nosotros, observaremos resultados con o sin nuestra participación; en consecuencia, más nos vale ser propositivos y activos a lo que se nos presenta.

Ante esa situación, cobra validez la expresión de “quien es agradecido, es bendecido” y nosotros tenemos millones de motivos para estarlo, empezando porque tenemos vida y contamos con una salud que nos permite ser independientes en cuanto a nuestros actos y tener opciones para decidir por lo que más nos conviene.

Entender el significado de ser libres y soberanos en cuanto a nuestro ser y hacer es grato; de tal manera que no tenemos lugar para excusas ni justificaciones. En cada uno de nosotros yace la voluntad para convertirnos en la mejor persona que podamos ser y es básico que para despegar el vuelo, agradezcamos todo, tanto las personas que nos aman y aprecian por lo que somos, como los bienes que requerimos para satisfacernos en nuestra cotidianeidad.

En ocasiones pienso que, si tenemos con que cubrirnos, alimentarnos y con quien compartir es más de lo que cualquiera pediría al despertar con la ilusión y el esfuerzo por cuando menos conservarlo, si no incrementarlo, para dormir satisfecho; desde luego que esto no se trata de austeridad franciscana o discursos de pobreza, eso queda bien para los discursos políticos, se trata de darnos cuenta de lo rico que somos con ello y desde luego, que más de ello siempre será motivo de alegría.

Ese es mi deseo, en tu caso … ¿estás feliz con quienes te rodean y con lo que posees?

 

LA ALEGRÍA DE LA TEMPORADA.

“Emociones grandes, decepciones olvidadas” parecería ser la premisa que todos albergamos en nuestras mentes y corazones y lo curioso, es que no hay impedimento para convertirla en una forma de vida; en la que veamos a la vida bajo ese crisol y nos comportemos como seres humanos en un mundo en que “ser humano” se ha convertido en una especie en extinción, toda vez que estamos más preocupados por situaciones externas que por lo que hay en nuestro interior.

Quizás no haya muchos motivos para imaginar un mundo en paz o países lejanos a los conflictos, en los que los ideales de igualdad, respeto y libertad sean auténticas realidades; sin embargo, pensar que cada uno de nosotros puede ser una célula que junto con otras creen un organismo vivo y digno de vivir en este mundo, sin duda que nos haría pensar en un paraíso terrenal.

Tanto en cada uno de nosotros está la posibilidad de ver y dar lo mejor para sumar; como el restar añadiendo egoísmo, injusticia y odios a lo que ya nos toca vivir.

Si la idea de celebrar en estas épocas es porque encontramos el espacio y los modos para disfrutar de paz y armonía, ¿Cuál es la razón para no convertirlo en un hábito?

En fin, no es necesario esperar una época para ser feliz … ¿ESTÁS DE ACUERDO QUE LA NAVIDAD PUEDE VIVIR EN NUESTROS CORAZONES LOS 365 DÍAS DEL AÑO?

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